Escénika Arte y Diversidad: Críticas Teatrales

Desmesura, de Darío Cortés

No dejes entrar la desmesura en tu corazón. Porque esa es la perdición del amor…”
El inicio, con Manuel bosquejando en un papel lo que siente con respecto a Pablo, es un monólogo referencial, introspectivo. Desde la butaca, pesarán los cosquilleos de lo que diga el escritor y de lo que replique su pareja, el pintor. La identificación con uno u otro, o con ambos, es la clave de lo que Darío Cortés ha buscado y, quizá, encontrado.

Desmesura es un camino de grietas en la relación que comparten estos personajes, que podría ser una pareja cualquiera, más allá de las sexualidades y géneros. Cortés encuentra un canal de expresión comprometido con lo que siente. Y es causal que, además, enfoca su visión -de lo que les pasa a estos dos muchachos- a partir de una historia de lesbianas. Considera, porque Manuel lo expresa así, que su historia tiene que ser contada desde la sensibilidad que las mujeres tienen, reveladoras de lo que son.

En la mente de Manuel se entrecruzan los misterios del triángulo que viven Luz, Mía y Marisa. Con un enlace muy inteligente y desbordante, Checha Amorosi, Alejandra Feudal y Viviana Suranitti destapan el champagne de los entuertos y las revelaciones, con precisas, exquisitas y divertidas interpretaciones. Antes, están ellos, la pareja en crisis que se respeta, que se ama y que, sin embargo, se quiebra a cada instante por el estancamiento que atraviesa la relación, recostados en la desmesura de sus provocaciones, a pesar de que están, y quieren seguir, avanzando juntos.

Con un texto inteligente, desbordante, comprometido, inquieto, recostado en la desesperación y en la pasión, Cortés ambienta un drama, con ribetes de comedia y, con su poesía, endulza los oídos. Con una austera puesta, enaltecida por el cuidado en cada detalle -en lo que a ambientación, música, luz y efectos sonoros propone- da pie para que las cinco interpretaciones luzcan lo que ha podido esgrimir desde su pluma.

Desmesura merece elogiarse porque escenifica una puesta valiente, una apuesta necesaria, que se permite jugar con los miedos y las preguntas que a veces no se dan en las relaciones de pareja, pero que, además, la redobla al visibilizar un compromiso militante del autor (también es el director y uno de los protagonistas). Aquí, Cortés abre el diálogo y sus personajes intensifican la jugada; sus actores y actrices enaltecen la escena; su texto reconforta.

Como dato extra, el viernes 30 de septiembre debutó Francesco Zanconi, en el personaje de Pablo. Esta refundación de Desmesura, sumada a la solidez de la propuesta, posibilita que permanezca más tiempo en cartel.
Cortés, al final de la obra, nos regala un saludo especial: tiene la gentileza de una dedicatoria personalizada, en el libro de la obra que se puede adquirir al finalizar esta fina estampa de la cordura.




Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Darío Cortés

Actúan: Viviana Suranitti, Alejandra Feudal, Checha Amorosi, Francesco Zanconi, Darío Cortés.

Asistencia de Dirección: Julián Luque

Dirección: Darío Cortés

Producción Ejecutiva: Vanina Fuentes

Producción: Le Freak España-Argentina

Productor Asociado: Adrián Melo

Prensa: Le Freak Prensa

Peinados: Lucas Navarro

Maquillaje: Mauricio Camilo

Fotógrafo y Diseño: Ezequiel de Maestri

Actuación especial: el perro Renato

Fotografías: Fuentes Fernández Fotógrafos

Teatro El Piccolino
Fitz Roy 2056, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Noviembre de 2011.
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Complexión, de Ramiro Guggiari

“Soy tan alto como el sol, entiendo sin saber”
Complexión… es la peste. De lo que pasa sin pasar, de lo que sin pasar da espacio para que pase. Ilustra el bufón de la torre, con pantomimas y desquicio, resabio adulador de los poderosos, qué es lo que está pasando ahí. Allí, en lo alto de la torre, donde dominan los Alfa. Y allí, abajo, donde esperan los Beta por reconquistar lo que perdieron, en manos del absurdo que proponen los de arriba en certera decadencia. Arriba, en la torre de los refugiados, nada es lo que parece y todo parece la nada, los fantasmas juegan un poder efímero y ya despojado, pero insisten, desde las alturas, para no dar espacio al reclamo de lo que vendrá. Abajo, gritan las furiosas bestias: revolución, o cambio… o entreguen lo que es del pueblo.
Con interpretaciones exquisitas, movilizadoras, atrapantes, la puesta de Guggiari es de Apocalipsis, como signo de revelación, y de final. Y allí, en la torre, donde el mal se come todo y donde el bien no tiene lugar, los gobernantes mutan, se enredan, se confunden y mueren o matan de y por amor. ¿O de y por puro odio?
Las sensaciones de no entender se precipitan a la vez que permiten el regocijo y no el dominio de la mente, en un camino donde se bifurca el infierno del sentir como el cielo del sufrir.
Jerarquiza la escena, porque contribuye con el matiz esencial, la interpretación en vivo del violonchelo a cargo Eugenia Turovetzky o el autor de la música original, Diego Longobardi, según sea el día. Enriquece la trama y azota el limbo de alturas y fracasos que coronan la velada.
Allí, en la torre, sin Babel, donde se define el lenguaje, se comulga la misma rabia, las frustraciones, las traiciones, los desgarros, las torturas, el anochecer de los sentidos.






Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Ramiro Guggiari
Actuan: Catalina Briski, Paula Gabriela Flaks, Laureano Lozano, Horacio Pucheta, Mariano Rapetti
Músicos: Diego Longobardi
Iluminación: Julieta Potenze
Música original: Diego Longobardi
Fotografía: Renata Prati
Diseño gráfico: Andrés Levy
Asistencia coreográfica: Mariano Rapetti
Asistencia de dirección: Santiago Chalukián
Coreografía: Catalina Briski
Dirección de arte: Melisa Califano
Dirección: Ramiro Guggiari
Fotografía superior actriz: Renata Prati
Fotografías saludo del elenco: MG Bonfiglio

La Ranchera

México 1152 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Septiembre de 2011.
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Edipo.Com, de Giole Dix y Sergio Fantoni

"Ah, la historia del que mató a su padre para casarse con su madre… Bueh, suena así pero no es tan así…"
Pablo Alarcón a un personaje atormentado en sus propios fantasmas. Su Anselmo se erige en el contador de la clásica tragedia de Sófocles, en un texto que promueve a la reflexión y nos regala un camino de sensibilidad profunda.
Este intelectual que se autorecluye en un instituto de salud mental es asistido por la enfermera Esmeralda que lo va a escuchar y lo va a acompañar en este relato quijotesco sobre la gran tragedia griega. Juntos se van a sumir en la confusión que propone la narración de un Edipo aggionardo a los tiempos que corren, con ciertos ribetes del folclore nacional.
El guión original no contempla una labor más destacada de la coprotagonista. Pero Alarcón –que además es el productor general- apela a su astucia y nos regala un caramelo extra al compartir cartel con Sandra Ballesteros. Más allá del gusto que propone la impronta y la versatilidad de la actriz, será Alarcón quien dominará, casi exclusivamente, la escena. De todos modos, los chispazos de Ballesteros son notables; cada pizca de su Esmeralda / Yocasta edifica la templada puesta de Eduardo Lamoglia.
Desde el momento que la alegría de Anselmo da rienda suelta a la pasión de lo que va a contar -eso que Esmeralda cita como “la historia del que mató a su padre para casarse con su madre” y que Anselmo define como lo que “suena así pero no es tan así”- la trama se irá desgranando en la conjunción que internado y cuidadora darán a un relato conmovedor que los acercará mucho más de lo que intentan esconder. Ambos, enmascarados en los personajes de Edipo y Yocasta, encontrarán el punto de inflexión que necesitan para arroparse.
Edipo.com es una obra amena que no da espacio para el descanso, tanto que la música de Raúl Parentella matiza el camino como un campo imperceptible.
Es cierto que Sandra Ballesteros merecía un poco más. Especialmente cuando su Yocasta empieza a aletear sin llegar a dominar el cielo. Pero el texto es para Pablo Alarcón, que pone el cuerpo en una entrega que soslaya la sanatanería y la convicción. No da tregua. Regala con su actuación y nos nutre en un pasaje pleno de sensaciones encontradas y entretenidas.




Ficha Técnico Artística

Dramaturgia: Giole Dix, Sergio Fantoni


Actúan: Pablo Alarcón, Sandra Ballesteros
Música Original: Raúl Parentelala

Prensa: Alfredo Monserrat
Producción general: Pablo Alarcón, Gabriel Garcia
Puesta en escena y Dirección: Eduardo Lamoglia



EL TINGLADO TEATRO
Mario Bravo 948
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Septiembre de 2011.
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Deportados de Neverland, de Walter Velázquez






"No crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le hacen mucho mal."

El director Walter Velázquez plantea una estética despojada donde el valor se concentra en las interpretaciones actorales que enaltecen la dinámica propuesta.
Hay un limbo, un lugar de espera, un lost sin isla ni humos negros pero con purgas, las que aún transita nuestro inconciente colectivo, intentando no olvidar (sin o con perdones) hacia el centro de una utopía en sintonía con el imagina que propuso Lennon y su declaración de locutopía, “sin fronteras ni pasaportes, sólo gente”.
En el camino se van desgranando, entre un pálido grotesco, un concreto reflejo de lo padecido (de lo que aún se padece) y un relamer de entretenimiento dispar, efectivo y, en algunos momentos, de certera intromisión.
Los deportados de Neverland, del país del nunca jamás, del ya Nunca Más, hacen su camino de ladrillos amarillos y pasan los milicos, los sacerdotes abusadores, los curas que se cuelgan de las bolas del sumo pontífice y los que lo cuestionan todo, y llegan los idealistas y los que conviven con el día y con la muerte; todo con el tamiz desopilante que propone la puesta de Velázquez (dramaturgo, clown): el flamenco de la enfermera -à la Angelique de All that jazz- es un punto magno.
Para destacar es la partitura musical elegida como protagonista relevante de la acción. Las canciones reelaboradas, en las dispares voces de los actores, le dan cuerpo a la escena, dando en el clavo y validando la propuesta que en aquel país de Alicia que supimos transitar supieron regalar los Serú Girán.
Es una oportunidad para el encuentro con el diablo, en el olor de los cuerpos, mendigando su pan, viendo las caras y sonriendo con ganas, donde el trabalenguas traba lenguas y el asesino te asesina.
Nunca más atinado que contar las palabras del entrañable Facundo Cabral: “no crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le hacen mucho mal”.
Un guiño agradable que nos deja una sensación de haber querido ver un poco más. Como la guarda en la que deberá permanecer uno de los personajes, como el niño Walt en el epílogo de la estimada serie Lost, hasta que encuentre la escuela que le enseñe a vivir.






Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Walter Velázquez
Actuan: Gonzalo Alfonsín, Luciano Cohen, Gustavo Monje, Alejandro Paker, Diego Recagno
Vestuario: Soledad Galarce
Escenografía: Ariel Vaccaro
Objetos: Ariel Vaccaro
Diseño de luces: Ricardo Sica
Música original: Luis Sticco
Fotografía: Clara Muschietti
Diseño gráfico: Exequiel Abreu, Valeria Stilman
Entrenamiento vocal: Coni Marino
Asistencia general: Belén Pedernera
Asistencia de dirección: Jimena López
Prensa: Tehagolaprensa
Arreglos musicales: Luis Sticco
Producción ejecutiva: Andrea Feiguin
Coreografía: Julieta Cancelli
Dirección: Walter Velázquez


TEATRO DEL ABASTO
HUMAHUACA 3549
Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Agosto de 2011.
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