Reflexología, estímulo del equilibrio

La reflexología estimula. También llamada reflexoterapia o terapia zonal, es una práctica de estímulos sobre los pies, sobre las manos, sobre la cara y sobre las orejas. Suele aliviar el estrés y numerosas dolencias en la espalda, en el cuello y en órganos determinantes de nuestra vida como el hígado, el páncreas y la vesícula, entre otros. Los reflexólogos utilizan mapas de lectura para guiar los movimientos con los que se aplica presión en las áreas específicas y de esa forma focalizan su trabajo para una mejor atención del paciente.
Agustín Fuchs es profesor de Educación para la Salud y reflexólogo. Hace poco tiempo se animó a soltarse en esta disciplina que se define como pseudociencia y que él la nutre con el bagaje de su aprendizaje con dos profesoras y de su permanente contacto con la naturaleza y con las culturas orientales.
Convenimos dos encuentros. El primero en su consultorio del barrio de Palermo, una casona de las pocas que quedan en la ciudad, arropada con plantas y un significativo número de macetas con cactus que adornan el balcón inmediato a la sala de sesiones.
Para entender un poco mejor sobre el arte del masaje en los pies, como se suele describir popularmente a la reflexología, acordamos llevar adelante una sesión. El aroma a un sahumerio que podría ser canela, una charla previa para interpretar luego mejor mis síntomas y necesidades, una música de Oriente que, sin embargo, me cuenta que es de una intérprete estadounidense, y el relajo de mi cuerpo –pies desnudos– para que Agustín pueda reflejar los misterios que allí estén adosados.
El segundo de los encuentros será en un bar, en la esquina del Bachillerato Popular Mocha Celis, donde ejerce el profesorado de Educación para la Salud. Elegimos el Museo Fotográfico Simik: “Escuela de fotografía. Café. Cervecería. Picadas”. Nos reúne una tarde otoñal en primavera, lo que despierta las ganas de un café con medialunas a las picadas y cervezas que dos mesas más hacia la derecha están por compartir dos jóvenes que resultan habitués al local. Mientras la calle Federico Lacroze, a 200 metros de la terminal de trenes y del cementerio, se viste de bocinazos y multiplicidad de transeúntes apurados por llegar a sus hogares, Agustín eleva su relajada voz para compartir su experiencia en el arte de la reflexología.

¿Qué es la reflexología?
La defino como una terapia alternativa. Más que nada porque hay que insertarla dentro de nuestra cultura. En nuestra cultura estas terapias no tienen un estatus de terapia hegemónica o de terapia de cabecera. Siempre ocupan un lugar alternativo y me parece bien que ocupen un lugar alternativo porque cada cultura va a tener sus definiciones de salud, sus definiciones de enfermedad, su concepción de la medicina, de la terapia, el rol del terapeuta, y sin cosas que no se pueden importar. La reflexología, al ser una terapia que viene desde una tradición más oriental, cuando se inserta en nuestra cultura no va a ocupar nunca un estatus de cabecera. Es complementaria, es un acompañamiento. No reemplaza a la medicina ortodoxa.

¿Con qué se encuentra un paciente?
En muchos aspectos es muy parecido a tomar un masaje. No se busca un efecto local en el pie. Tiene efecto sobre el pie, estimula la circulación, alivia dolores en el pie, pero lo que se busca es que a partir del estímulo en las distintas zonas del pie ese estímulo viaje hacia las distintas partes del cuerpo. La reflexología establece mapas. En el pie vamos a tener una zona que se corresponde con los ojos, una zona que se corresponde con el corazón, otra con los pulmones, y así cada parte del pie, cada articulación, cada borde va a estar reflejando una parte del cuerpo. Lo que dice la reflexología es que ese reflejo va en dos sentidos. Te muestra como está esa parte del cuerpo y al masajear esa zona el estímulo llega. Es un estímulo de autoequilibrio. El pie no es un control remoto. Vemos qué puntos están expresando tensión y, al trabajarlos con distintas técnicas, el estímulo que doy es un estímulo de autoequilibrio. La persona con su propia sabiduría, que no es una sabiduría consciente –no pasa por lo mental–, sino que es una sabiduría más orgánica de como cada órgano, cada músculo, cada tejido, encuentra su armonía, encuentra su equilibrio. El estímulo lo que hace es como una especie de empujón para encontrar el equilibrio.

Encontrar el equilibrio. ¿Es el estímulo el que permite alcanzarlo?
Por lo general, lo que sucede es que nosotros concentramos la tensión en ciertas zonas del cuerpo. La Medicina china nos puede decir que está vinculada a distintas emociones. Eso es un equilibrio. La tensión es un estado de equilibrio. Es un equilibrio tenso. No es saludable. Si damos un estímulo, ese estímulo mueve a ese órgano de ese equilibrio. Es como si lo desequilibrara, pero le permite encontrar un nuevo equilibrio. Más armónico, más relajado.

Mencionaste a la Medicina china. Y pensaba en la acupuntura, en la dígitopuntura. ¿Cómo relacionás tu trabajo con la Medicina china de la que tomás elementos que ayuden a tu trabajo?
La Medicina china es un sistema filosófico, científico, espiritual, amplísimo, complejo. Habla de un conjunto de meridianos que atraviesan todo el cuerpo, que están, cada uno, asociados a un órgano o a una víscera. Hay seis pares de meridianos en el cuerpo y dos más que representan como la conjunción de esos que son el meridiano yin y el meridiano yang. La Medicina china tiene cinco elementos: fuego, tierra, agua, madera y metal (que a mí me gusta llamarlo “aire”, por una cuestión particular). Tomo ciertas cuestiones teóricas. No trabajo sobre los meridianos, pero las áreas reflejas son un concepto bastante similar. En vez de ser una línea de puntos, son un plano en el pie, o algunas veces es un punto en particular. El concepto es el mismo. Es una zona del cuerpo asociada a un órgano, pero que no está localizada en ese órgano, para hacer lectura de cómo está ese órgano y para estimular, armonizar esa parte.

¿Qué te aporta la Medicina china, entonces?
Aporta mucho para la lectura. En las lecturas es donde hay más diversidad. Porque al vincular los órganos con las emociones, con los elementos, con los alimentos, con los cinco sentidos, con las situaciones del año, arma como un montón de analogías que permiten enriquecer la lectura. De repente, la tensión en hígado ya no es solamente tensión en hígado, sino que también puede ser un enojo. Eso aporta la Medicina china.

Recién hablabas de técnicas. Las técnicas que aplicás son el efecto de tus manos…
Son técnicas manuales. Los distintos masajes que se pueden hacer. Hay técnicas que trabajan sobre ciertas zonas. Algunas sobre los dedos, otras sobre el talón, otras sobre una articulación. Hay algunas que fortalecen una parte, otras que relajan, otras que aflojan. Las técnicas son como lo más diverso. Mapas… hay algunos mapas distintos, pero la mayoría coinciden. Las técnicas pueden surgir de cada reflexólogo. No hay técnicas definidas. Hay escuelas que elaboraron algunas técnicas. No quita que cada reflexólogo pueda elaborar sus propias técnicas. Y siempre salen de la experiencia. No es algo teórico, es algo empírico.

Es todo un desafío…
Yo veo el pie, veo cómo lo puedo mover, y conociendo qué zona está ahí y cómo puede reaccionar, lo que hago es inferir qué efecto va a tener. El efecto va a ser empujar para alcanzar un nuevo equilibrio. No se puede dañar desde la reflexología. Lo que puede suceder es que, si caminamos mal o si tenemos mal calzado, un estímulo incómodo constante en una zona puede llegar a repercutir porque es algo más constante. Un golpe en el dedo no te va a traer un dolor de cabeza.

En la tarde que tuve mi sesión, Agustín utilizó sus manos como un bálsamo redentor para mis pies y, supongo que por mi relajación y mi estado nirvánico, para el resto de mi cuerpo. La música de fondo, el aroma del sahumerio, mis ojos tapados por un paño y la entrega absoluta a las manos que curan, me hizo pensar por un instante en “Healings hands” –de Bernie Taupin, que interpreta Elton John–, la frase que dice: “Fuera del alcance de sus manos curativas hay una luz donde termina la oscuridad”. En las manos del reflexólogo, pude encontrar ese instante de luz que luego profundizamos en la posterior charla para tratar de entender que estaba bueno dejar de consumir un poco de sal, bastante de azúcar y de beber una mayor cantidad de agua.
Después, varios días más tarde, nos encontramos entre ruidos de voces, justamente en un bar donde se rinde culto a la fotografía, con muchas cámaras adornando el espacio, incluso debajo de las mesas de vidrio que permiten un acercamiento directo a las más variadas y antiguas cámaras. Focos y reflejos, como Agustín Fuchs hace en los pies. Es mera causalidad que estemos charlando allí, en medio de cámaras que reflejaron momentos trascendentales en la vida de alguien, de muchos. Por eso, la coincidencia, porque en la sala de Agustín, allí en los pies de cada paciente, la fotografía que percibe es un elemento para lograr el mejor de los resultados, como ocurre en una sala de edición al seleccionar la mejor toma.
Hay muchas plantas en el patio del consultorio. Me cuenta de un microproyecto para hacer plantas, especialmente de cactus, para comercializar. Me cuenta que las plantas en su vida tienen un significado especial –“Empiezan desde chiquito”–, cuando tenía una huertita en la casa de su abuela en un cantero, en una terraza. Y su carrera está signada por las plantas –"Las plantas son salud"–. Y al avanzar en la charla no deja de recomendarme que me conecte más con la naturaleza. Ve cosas en mi cuerpo, las mismas que recomienda mi amigo Walter cuando me hace reiki y me dice que abrace a los árboles. Agustín me recomienda caminar descalzo en la tierra, tocar la tierra, sentir la pacha, tener más plantas que las pocas que le cuento adornan el patio interno de mi casa. En una época de tanto estrés circundante, acepto el desafío de comprar más macetas y tratar de encontrar un rumbo más lúdico a la vorágine que cada día nos convida a caer rendidos, tensos, sin luces que nos despierten de las nieblas que propone lo cotidiano. Y me quedo pensando un instante en los malvones que signaron mi infancia, como otras plantas, me cuenta, lo hicieron en la de él.


¿Qué busca un paciente cuando te consulta?


Los motivos principales son estrés, bajar el estrés. Y es algo que se puede hacer. Al trabajar sobre los pies que tienen muchas terminaciones nerviosas y al estar lejos de la cabeza, es como que estimula la relajación. Suelta el tren de pensamientos. El cerebro baja su estado de vigilia. Aparecen un montón de cosas que el cerebro deja de controlar, como cuando te estás quedando dormido. Y después, puede llegar a otro estado que es de más relajación, que es como que te vas, que no te acordás de dónde estuviste. Se puede perder la noción del tiempo, del espacio. Eso significa que se activó el sistema nervioso parasimpático que es reparador, que es relajante. El cerebro baja las liberaciones electromagnéticas. La reflexología te ubica en un lugar entre el sueño y la vigilia. Un estado meditativo, lo que llaman el estado alfa. Hay gente que viene por dolores en determinadas partes del cuerpo, que se pueden trabajar desde las zonas reflejas. Cuando es algo físico siempre recomiendo que se siga con un tratamiento médico. Como la reflexología no trabaja sobre el eje del problema, trabaja sobre los pies que están lejos y no tienen una conexión física directa, no hace daño. Ayuda a descomprimir la zona.

¿Y por qué se originan esos dolores físicos?
La mayoría se originan porque está comprimida la zona. Hay presión, hay tensión, por una concentración de energía. Así como la sangre en el cuerpo, tiene que fluir. Hasta cierto punto puedo acompañar identificando las fuentes de tensión, trabajándolas para que aflojen, pero siempre el compromiso es del paciente. Toma un rol activo y debe tratar de cambiar algunos esquemas, algunos hábitos, pueden ser mentales, alimentarios o emocionales, que son los que generan estas cosas. Son más a largo plazo. Obviamente, un tratamiento más prolongado y con una frecuencia periódica es mucho más profundo que una sesión suelta o pocas sesiones porque ahí se puede acompañar desde otro lugar viendo el proceso, revaluando. La reflexología, como la acupuntura, el reiki, no es una terapia que trate las cosas rápido. Es una terapia lenta, progresiva, preventiva.


¿Cómo es una sesión con vos?
La empiezo con un momento de charla. Entre 5 y 15 minutos, o más, donde me interesa saber cómo estuvo esa persona. Si es la primera vez, hablar de la reflexología, que me cuente por qué viene. Si es una sesión dentro de un tratamiento, cómo estuvo en la semana, cómo se sintió, si hay alguna parte del cuerpo que dolió en particular, si hay alguna emoción que fue recurrente. Es un espacio abierto que me sirve como insumo para orientar el trabajo. Luego viene la sesión que dura 40 minutos. 20 de cada pie, donde es la parte de reflexología propiamente dicha. Se trabaja el pie en su totalidad, pero se focaliza en base a lo que se habló antes y en base a las tensiones que van apareciendo en el pie. Cuando termina abrimos un intercambio donde le pregunto cómo se siente, cómo está, cómo sintió la sesión y hago una pequeña devolución de la lectura. No es un diagnóstico. Observo una serie de signos en el pie y propongo una posible interpretación.



Para terminar con la entrevista, lo invito a jugar por un instante con un ping pong de palabras. Le pido que elija una entre ambas (elige las marcadas en negrita). Que se anime a completar el porqué de su elección.









Yin / Yang: habla de lo receptivo, de lo pasivo, del color negro. Por una cuestión política como feminista.
Agua / Fuego: en mi piel tengo mucha agua.
India / China: no conozco ninguno de los dos lugares. La Medicina china me aporta mucho, por mi formación, por lo que sé.
Páncreas / Hígado: porque es el órgano de la ansiedad y es el que más me afecta.
Aroma / Gusto: me identifica más.
Enya / Loreena McKennitt: me gustaba mucho en una época de mi vida, en mi secundaria. Me empezaron a interesar muchas cuestiones filosóficas y espirituales, y la asocio a eso.
Verde / Blanco: por las plantas. Me gusta mucho el verde vegetal.
Montaña / Mar: me gusta Córdoba.
Sol / Luna: diría sol por una cuestión más básica de luz solar, pero la luna me gusta más.
Cactus / Rosa: por una afinidad estética.
Sal / Azúcar: igual que páncreas, por la ansiedad.
Mirada / Sonrisa: pero no sé por qué. No te podría decir por qué.



Agustín se despide con una marcada sonrisa, expresión viva de lo que sus manos habían reflejado en mis pies, en mis nervios, en mi piel, en mi cuerpo. Me quedo pensando en el uso de los conceptos orientales que compartió en una de las conversaciones como los chakrás o los canales de energía, como es el flujo vital de la energía, el chi -aire, aliento, disposición de ánimo-.
En contraste con el profesional calmo que me recibió en su consultorio de la calle Lavalleja, las ansias que adujo se reflejan en él -por eso, su elección de páncreas y de azúcar en el ping pong- lo visten como un apasionado relator de lo que hace, un artesano de la reflexología que se lo puede ubicar en Facebook.com/reflexologiatao donde aparece una tarjeta de presentación de un cuerpo tapado por el sello de dos pies y algunas huellas pisadas que marcan un camino hacia la sanidad del cuerpo y, seguramente, del alma.


dtl



Escénika Arte y Diversidad: Críticas Teatrales

Desmesura, de Darío Cortés

No dejes entrar la desmesura en tu corazón. Porque esa es la perdición del amor…”
El inicio, con Manuel bosquejando en un papel lo que siente con respecto a Pablo, es un monólogo referencial, introspectivo. Desde la butaca, pesarán los cosquilleos de lo que diga el escritor y de lo que replique su pareja, el pintor. La identificación con uno u otro, o con ambos, es la clave de lo que Darío Cortés ha buscado y, quizá, encontrado.

Desmesura es un camino de grietas en la relación que comparten estos personajes, que podría ser una pareja cualquiera, más allá de las sexualidades y géneros. Cortés encuentra un canal de expresión comprometido con lo que siente. Y es causal que, además, enfoca su visión -de lo que les pasa a estos dos muchachos- a partir de una historia de lesbianas. Considera, porque Manuel lo expresa así, que su historia tiene que ser contada desde la sensibilidad que las mujeres tienen, reveladoras de lo que son.

En la mente de Manuel se entrecruzan los misterios del triángulo que viven Luz, Mía y Marisa. Con un enlace muy inteligente y desbordante, Checha Amorosi, Alejandra Feudal y Viviana Suranitti destapan el champagne de los entuertos y las revelaciones, con precisas, exquisitas y divertidas interpretaciones. Antes, están ellos, la pareja en crisis que se respeta, que se ama y que, sin embargo, se quiebra a cada instante por el estancamiento que atraviesa la relación, recostados en la desmesura de sus provocaciones, a pesar de que están, y quieren seguir, avanzando juntos.

Con un texto inteligente, desbordante, comprometido, inquieto, recostado en la desesperación y en la pasión, Cortés ambienta un drama, con ribetes de comedia y, con su poesía, endulza los oídos. Con una austera puesta, enaltecida por el cuidado en cada detalle -en lo que a ambientación, música, luz y efectos sonoros propone- da pie para que las cinco interpretaciones luzcan lo que ha podido esgrimir desde su pluma.

Desmesura merece elogiarse porque escenifica una puesta valiente, una apuesta necesaria, que se permite jugar con los miedos y las preguntas que a veces no se dan en las relaciones de pareja, pero que, además, la redobla al visibilizar un compromiso militante del autor (también es el director y uno de los protagonistas). Aquí, Cortés abre el diálogo y sus personajes intensifican la jugada; sus actores y actrices enaltecen la escena; su texto reconforta.

Como dato extra, el viernes 30 de septiembre debutó Francesco Zanconi, en el personaje de Pablo. Esta refundación de Desmesura, sumada a la solidez de la propuesta, posibilita que permanezca más tiempo en cartel.
Cortés, al final de la obra, nos regala un saludo especial: tiene la gentileza de una dedicatoria personalizada, en el libro de la obra que se puede adquirir al finalizar esta fina estampa de la cordura.




Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Darío Cortés

Actúan: Viviana Suranitti, Alejandra Feudal, Checha Amorosi, Francesco Zanconi, Darío Cortés.

Asistencia de Dirección: Julián Luque

Dirección: Darío Cortés

Producción Ejecutiva: Vanina Fuentes

Producción: Le Freak España-Argentina

Productor Asociado: Adrián Melo

Prensa: Le Freak Prensa

Peinados: Lucas Navarro

Maquillaje: Mauricio Camilo

Fotógrafo y Diseño: Ezequiel de Maestri

Actuación especial: el perro Renato

Fotografías: Fuentes Fernández Fotógrafos

Teatro El Piccolino
Fitz Roy 2056, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Noviembre de 2011.
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Complexión, de Ramiro Guggiari

“Soy tan alto como el sol, entiendo sin saber”
Complexión… es la peste. De lo que pasa sin pasar, de lo que sin pasar da espacio para que pase. Ilustra el bufón de la torre, con pantomimas y desquicio, resabio adulador de los poderosos, qué es lo que está pasando ahí. Allí, en lo alto de la torre, donde dominan los Alfa. Y allí, abajo, donde esperan los Beta por reconquistar lo que perdieron, en manos del absurdo que proponen los de arriba en certera decadencia. Arriba, en la torre de los refugiados, nada es lo que parece y todo parece la nada, los fantasmas juegan un poder efímero y ya despojado, pero insisten, desde las alturas, para no dar espacio al reclamo de lo que vendrá. Abajo, gritan las furiosas bestias: revolución, o cambio… o entreguen lo que es del pueblo.
Con interpretaciones exquisitas, movilizadoras, atrapantes, la puesta de Guggiari es de Apocalipsis, como signo de revelación, y de final. Y allí, en la torre, donde el mal se come todo y donde el bien no tiene lugar, los gobernantes mutan, se enredan, se confunden y mueren o matan de y por amor. ¿O de y por puro odio?
Las sensaciones de no entender se precipitan a la vez que permiten el regocijo y no el dominio de la mente, en un camino donde se bifurca el infierno del sentir como el cielo del sufrir.
Jerarquiza la escena, porque contribuye con el matiz esencial, la interpretación en vivo del violonchelo a cargo Eugenia Turovetzky o el autor de la música original, Diego Longobardi, según sea el día. Enriquece la trama y azota el limbo de alturas y fracasos que coronan la velada.
Allí, en la torre, sin Babel, donde se define el lenguaje, se comulga la misma rabia, las frustraciones, las traiciones, los desgarros, las torturas, el anochecer de los sentidos.






Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Ramiro Guggiari
Actuan: Catalina Briski, Paula Gabriela Flaks, Laureano Lozano, Horacio Pucheta, Mariano Rapetti
Músicos: Diego Longobardi
Iluminación: Julieta Potenze
Música original: Diego Longobardi
Fotografía: Renata Prati
Diseño gráfico: Andrés Levy
Asistencia coreográfica: Mariano Rapetti
Asistencia de dirección: Santiago Chalukián
Coreografía: Catalina Briski
Dirección de arte: Melisa Califano
Dirección: Ramiro Guggiari
Fotografía superior actriz: Renata Prati
Fotografías saludo del elenco: MG Bonfiglio

La Ranchera

México 1152 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Septiembre de 2011.
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Edipo.Com, de Giole Dix y Sergio Fantoni

"Ah, la historia del que mató a su padre para casarse con su madre… Bueh, suena así pero no es tan así…"
Pablo Alarcón a un personaje atormentado en sus propios fantasmas. Su Anselmo se erige en el contador de la clásica tragedia de Sófocles, en un texto que promueve a la reflexión y nos regala un camino de sensibilidad profunda.
Este intelectual que se autorecluye en un instituto de salud mental es asistido por la enfermera Esmeralda que lo va a escuchar y lo va a acompañar en este relato quijotesco sobre la gran tragedia griega. Juntos se van a sumir en la confusión que propone la narración de un Edipo aggionardo a los tiempos que corren, con ciertos ribetes del folclore nacional.
El guión original no contempla una labor más destacada de la coprotagonista. Pero Alarcón –que además es el productor general- apela a su astucia y nos regala un caramelo extra al compartir cartel con Sandra Ballesteros. Más allá del gusto que propone la impronta y la versatilidad de la actriz, será Alarcón quien dominará, casi exclusivamente, la escena. De todos modos, los chispazos de Ballesteros son notables; cada pizca de su Esmeralda / Yocasta edifica la templada puesta de Eduardo Lamoglia.
Desde el momento que la alegría de Anselmo da rienda suelta a la pasión de lo que va a contar -eso que Esmeralda cita como “la historia del que mató a su padre para casarse con su madre” y que Anselmo define como lo que “suena así pero no es tan así”- la trama se irá desgranando en la conjunción que internado y cuidadora darán a un relato conmovedor que los acercará mucho más de lo que intentan esconder. Ambos, enmascarados en los personajes de Edipo y Yocasta, encontrarán el punto de inflexión que necesitan para arroparse.
Edipo.com es una obra amena que no da espacio para el descanso, tanto que la música de Raúl Parentella matiza el camino como un campo imperceptible.
Es cierto que Sandra Ballesteros merecía un poco más. Especialmente cuando su Yocasta empieza a aletear sin llegar a dominar el cielo. Pero el texto es para Pablo Alarcón, que pone el cuerpo en una entrega que soslaya la sanatanería y la convicción. No da tregua. Regala con su actuación y nos nutre en un pasaje pleno de sensaciones encontradas y entretenidas.




Ficha Técnico Artística

Dramaturgia: Giole Dix, Sergio Fantoni


Actúan: Pablo Alarcón, Sandra Ballesteros
Música Original: Raúl Parentelala

Prensa: Alfredo Monserrat
Producción general: Pablo Alarcón, Gabriel Garcia
Puesta en escena y Dirección: Eduardo Lamoglia



EL TINGLADO TEATRO
Mario Bravo 948
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Septiembre de 2011.
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Deportados de Neverland, de Walter Velázquez






"No crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le hacen mucho mal."

El director Walter Velázquez plantea una estética despojada donde el valor se concentra en las interpretaciones actorales que enaltecen la dinámica propuesta.
Hay un limbo, un lugar de espera, un lost sin isla ni humos negros pero con purgas, las que aún transita nuestro inconciente colectivo, intentando no olvidar (sin o con perdones) hacia el centro de una utopía en sintonía con el imagina que propuso Lennon y su declaración de locutopía, “sin fronteras ni pasaportes, sólo gente”.
En el camino se van desgranando, entre un pálido grotesco, un concreto reflejo de lo padecido (de lo que aún se padece) y un relamer de entretenimiento dispar, efectivo y, en algunos momentos, de certera intromisión.
Los deportados de Neverland, del país del nunca jamás, del ya Nunca Más, hacen su camino de ladrillos amarillos y pasan los milicos, los sacerdotes abusadores, los curas que se cuelgan de las bolas del sumo pontífice y los que lo cuestionan todo, y llegan los idealistas y los que conviven con el día y con la muerte; todo con el tamiz desopilante que propone la puesta de Velázquez (dramaturgo, clown): el flamenco de la enfermera -à la Angelique de All that jazz- es un punto magno.
Para destacar es la partitura musical elegida como protagonista relevante de la acción. Las canciones reelaboradas, en las dispares voces de los actores, le dan cuerpo a la escena, dando en el clavo y validando la propuesta que en aquel país de Alicia que supimos transitar supieron regalar los Serú Girán.
Es una oportunidad para el encuentro con el diablo, en el olor de los cuerpos, mendigando su pan, viendo las caras y sonriendo con ganas, donde el trabalenguas traba lenguas y el asesino te asesina.
Nunca más atinado que contar las palabras del entrañable Facundo Cabral: “no crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo le hacen mucho mal”.
Un guiño agradable que nos deja una sensación de haber querido ver un poco más. Como la guarda en la que deberá permanecer uno de los personajes, como el niño Walt en el epílogo de la estimada serie Lost, hasta que encuentre la escuela que le enseñe a vivir.






Ficha Técnico Artística
Dramaturgia: Walter Velázquez
Actuan: Gonzalo Alfonsín, Luciano Cohen, Gustavo Monje, Alejandro Paker, Diego Recagno
Vestuario: Soledad Galarce
Escenografía: Ariel Vaccaro
Objetos: Ariel Vaccaro
Diseño de luces: Ricardo Sica
Música original: Luis Sticco
Fotografía: Clara Muschietti
Diseño gráfico: Exequiel Abreu, Valeria Stilman
Entrenamiento vocal: Coni Marino
Asistencia general: Belén Pedernera
Asistencia de dirección: Jimena López
Prensa: Tehagolaprensa
Arreglos musicales: Luis Sticco
Producción ejecutiva: Andrea Feiguin
Coreografía: Julieta Cancelli
Dirección: Walter Velázquez


TEATRO DEL ABASTO
HUMAHUACA 3549
Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Nota publicada en Escénika Arte y Diversidad en Agosto de 2011.
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