La reflexología estimula.
También llamada reflexoterapia o terapia zonal, es una práctica de estímulos
sobre los pies, sobre las manos, sobre la cara y sobre las orejas. Suele
aliviar el estrés y numerosas dolencias en la espalda, en el cuello y en órganos determinantes de nuestra vida como el hígado, el páncreas y la vesícula, entre otros. Los
reflexólogos utilizan mapas de lectura para guiar los movimientos con los que
se aplica presión en las áreas específicas y de esa forma focalizan su trabajo
para una mejor atención del paciente.
Agustín Fuchs
es profesor de Educación para la Salud y reflexólogo. Hace poco tiempo se animó
a soltarse en esta disciplina que se define como pseudociencia y que él la
nutre con el bagaje de su aprendizaje con dos profesoras y de su permanente
contacto con la naturaleza y con las culturas orientales.
Convenimos
dos encuentros. El primero en su consultorio del barrio de Palermo, una casona
de las pocas que quedan en la ciudad, arropada con plantas y un significativo
número de macetas con cactus que adornan el balcón inmediato a la sala de
sesiones.
Para entender
un poco mejor sobre el arte del masaje en los pies, como se suele describir
popularmente a la reflexología, acordamos llevar adelante una sesión. El aroma
a un sahumerio que podría ser canela, una charla previa para interpretar luego
mejor mis síntomas y necesidades, una música de Oriente que, sin embargo, me
cuenta que es de una intérprete estadounidense, y el relajo de mi cuerpo –pies
desnudos– para que Agustín pueda reflejar los misterios que allí estén adosados.
El segundo de
los encuentros será en un bar, en la esquina del Bachillerato Popular Mocha
Celis, donde ejerce el profesorado de Educación para la Salud. Elegimos el
Museo Fotográfico Simik: “Escuela de fotografía. Café. Cervecería. Picadas”.
Nos reúne una tarde otoñal en primavera, lo que despierta las ganas de un café
con medialunas a las picadas y cervezas que dos mesas más hacia la derecha están
por compartir dos jóvenes que resultan habitués al local. Mientras la calle
Federico Lacroze, a 200 metros de la terminal de trenes y del cementerio, se
viste de bocinazos y multiplicidad de transeúntes apurados por llegar a sus
hogares, Agustín eleva su relajada voz para compartir su experiencia en el arte
de la reflexología.
¿Qué es la reflexología?
La
defino como una terapia alternativa. Más que nada porque hay que insertarla
dentro de nuestra cultura. En nuestra cultura estas terapias no tienen un
estatus de terapia hegemónica o de terapia de cabecera. Siempre ocupan un lugar
alternativo y me parece bien que ocupen un lugar alternativo porque cada
cultura va a tener sus definiciones de salud, sus definiciones de enfermedad,
su concepción de la medicina, de la terapia, el rol del terapeuta, y sin cosas
que no se pueden importar. La reflexología, al ser una terapia que viene desde
una tradición más oriental, cuando se inserta en nuestra cultura no va a ocupar
nunca un estatus de cabecera. Es complementaria, es un acompañamiento. No
reemplaza a la medicina ortodoxa.
¿Con qué se encuentra un paciente?
En
muchos aspectos es muy parecido a tomar un masaje. No se busca un efecto local
en el pie. Tiene efecto sobre el pie, estimula la circulación, alivia dolores
en el pie, pero lo que se busca es que a partir del estímulo en las distintas
zonas del pie ese estímulo viaje hacia las distintas partes del cuerpo. La
reflexología establece mapas. En el pie vamos a tener una zona que se
corresponde con los ojos, una zona que se corresponde con el corazón, otra con
los pulmones, y así cada parte del pie, cada articulación, cada borde va a
estar reflejando una parte del cuerpo. Lo que dice la reflexología es que ese
reflejo va en dos sentidos. Te muestra como está esa parte del cuerpo y al
masajear esa zona el estímulo llega. Es un estímulo de autoequilibrio. El pie no
es un control remoto. Vemos qué puntos están expresando tensión y, al
trabajarlos con distintas técnicas, el estímulo que doy es un estímulo de
autoequilibrio. La persona con su propia sabiduría, que no es una sabiduría
consciente –no pasa por lo mental–, sino que es una sabiduría más orgánica de
como cada órgano, cada músculo, cada tejido, encuentra su armonía, encuentra su
equilibrio. El estímulo lo que hace es como una especie de empujón para encontrar
el equilibrio.
Encontrar el equilibrio. ¿Es el estímulo
el que permite alcanzarlo?
Por
lo general, lo que sucede es que nosotros concentramos la tensión en ciertas
zonas del cuerpo. La Medicina china nos puede decir que está vinculada a
distintas emociones. Eso es un equilibrio. La tensión es un estado de
equilibrio. Es un equilibrio tenso. No es saludable. Si damos un estímulo, ese
estímulo mueve a ese órgano de ese equilibrio. Es como si lo desequilibrara,
pero le permite encontrar un nuevo equilibrio. Más armónico, más relajado.
Mencionaste a la Medicina china. Y
pensaba en la acupuntura, en la dígitopuntura. ¿Cómo relacionás tu trabajo con
la Medicina china de la que tomás elementos que ayuden a tu trabajo?
La
Medicina china es un sistema filosófico, científico, espiritual, amplísimo,
complejo. Habla de un conjunto de meridianos que atraviesan todo el cuerpo, que
están, cada uno, asociados a un órgano o a una víscera. Hay seis pares de
meridianos en el cuerpo y dos más que representan como la conjunción de esos
que son el meridiano yin y el meridiano yang. La Medicina china tiene cinco
elementos: fuego, tierra, agua, madera y metal (que a mí me gusta llamarlo “aire”,
por una cuestión particular). Tomo ciertas cuestiones teóricas. No trabajo
sobre los meridianos, pero las áreas reflejas son un concepto bastante similar.
En vez de ser una línea de puntos, son un plano en el pie, o algunas veces es
un punto en particular. El concepto es el mismo. Es una zona del cuerpo
asociada a un órgano, pero que no está localizada en ese órgano, para hacer
lectura de cómo está ese órgano y para estimular, armonizar esa parte.
¿Qué te aporta la Medicina china,
entonces?
Aporta
mucho para la lectura. En las lecturas es donde hay más diversidad. Porque al
vincular los órganos con las emociones, con los elementos, con los alimentos,
con los cinco sentidos, con las situaciones del año, arma como un montón de
analogías que permiten enriquecer la lectura. De repente, la tensión en hígado
ya no es solamente tensión en hígado, sino que también puede ser un enojo. Eso
aporta la Medicina china.
Recién hablabas de técnicas. Las
técnicas que aplicás son el efecto de tus manos…
Son
técnicas manuales. Los distintos masajes que se pueden hacer. Hay técnicas que
trabajan sobre ciertas zonas. Algunas sobre los dedos, otras sobre el talón,
otras sobre una articulación. Hay algunas que fortalecen una parte, otras que
relajan, otras que aflojan. Las técnicas son como lo más diverso. Mapas… hay
algunos mapas distintos, pero la mayoría coinciden. Las técnicas pueden surgir
de cada reflexólogo. No hay técnicas definidas. Hay escuelas que elaboraron
algunas técnicas. No quita que cada reflexólogo pueda elaborar sus propias
técnicas. Y siempre salen de la experiencia. No es algo teórico, es algo
empírico.
Es todo un desafío…
Yo
veo el pie, veo cómo lo puedo mover, y conociendo qué zona está ahí y cómo
puede reaccionar, lo que hago es inferir qué efecto va a tener. El efecto va a
ser empujar para alcanzar un nuevo equilibrio. No se puede dañar desde la
reflexología. Lo que puede suceder es que, si caminamos mal o si tenemos mal
calzado, un estímulo incómodo constante en una zona puede llegar a repercutir
porque es algo más constante. Un golpe en el dedo no te va a traer un dolor de
cabeza.
En la tarde que tuve mi
sesión, Agustín utilizó sus manos como un bálsamo redentor para mis pies y,
supongo que por mi relajación y mi estado nirvánico, para el resto de mi
cuerpo. La música de fondo, el aroma del sahumerio, mis ojos tapados por un
paño y la entrega absoluta a las manos que curan, me hizo pensar por un
instante en “Healings hands” –de Bernie Taupin, que interpreta Elton John–, la
frase que dice: “Fuera del alcance de sus manos curativas hay una luz donde
termina la oscuridad”. En las manos del reflexólogo, pude encontrar ese
instante de luz que luego profundizamos en la posterior charla para tratar de
entender que estaba bueno dejar de consumir un poco de sal, bastante de azúcar
y de beber una mayor cantidad de agua.
Después, varios días más tarde, nos
encontramos entre ruidos de voces, justamente en un bar donde se rinde culto a
la fotografía, con muchas cámaras adornando el espacio, incluso debajo de las
mesas de vidrio que permiten un acercamiento directo a las más variadas y
antiguas cámaras. Focos y reflejos, como Agustín Fuchs hace en los pies. Es
mera causalidad que estemos charlando allí, en medio de cámaras que reflejaron
momentos trascendentales en la vida de alguien, de muchos. Por eso, la
coincidencia, porque en la sala de Agustín, allí en los pies de cada paciente,
la fotografía que percibe es un elemento para lograr el mejor de los resultados,
como ocurre en una sala de edición al seleccionar la mejor toma.
Hay muchas plantas en el patio del
consultorio. Me cuenta de un microproyecto para hacer plantas, especialmente de
cactus, para comercializar. Me cuenta que las plantas en su vida tienen un
significado especial –“Empiezan desde chiquito”–, cuando tenía una huertita en
la casa de su abuela en un cantero, en una terraza. Y su carrera está signada
por las plantas –"Las plantas son salud"–. Y al avanzar en la charla
no deja de recomendarme que me conecte más con la naturaleza. Ve cosas en mi
cuerpo, las mismas que recomienda mi amigo Walter cuando me hace reiki y me
dice que abrace a los árboles. Agustín me recomienda caminar descalzo en la
tierra, tocar la tierra, sentir la pacha, tener más plantas que las pocas que
le cuento adornan el patio interno de mi casa. En una época de tanto estrés
circundante, acepto el desafío de comprar más macetas y tratar de encontrar un
rumbo más lúdico a la vorágine que cada día nos convida a caer rendidos,
tensos, sin luces que nos despierten de las nieblas que propone lo cotidiano. Y
me quedo pensando un instante en los malvones que signaron mi infancia, como
otras plantas, me cuenta, lo hicieron en la de él.
¿Qué busca un
paciente cuando te consulta?
Los
motivos principales son estrés, bajar el estrés. Y es algo que se puede hacer.
Al trabajar sobre los pies que tienen muchas terminaciones nerviosas y al estar
lejos de la cabeza, es como que estimula la relajación. Suelta el tren de
pensamientos. El cerebro baja su estado de vigilia. Aparecen un montón de cosas
que el cerebro deja de controlar, como cuando te estás quedando dormido. Y
después, puede llegar a otro estado que es de más relajación, que es como que
te vas, que no te acordás de dónde estuviste. Se puede perder la noción del
tiempo, del espacio. Eso significa que se activó el sistema nervioso
parasimpático que es reparador, que es relajante. El cerebro baja las
liberaciones electromagnéticas. La reflexología te ubica en un lugar entre el
sueño y la vigilia. Un estado meditativo, lo que llaman el estado alfa. Hay
gente que viene por dolores en determinadas partes del cuerpo, que se pueden
trabajar desde las zonas reflejas. Cuando es algo físico siempre recomiendo que
se siga con un tratamiento médico. Como la reflexología no trabaja sobre el eje
del problema, trabaja sobre los pies que están lejos y no tienen una conexión
física directa, no hace daño. Ayuda a descomprimir la zona.
¿Y por qué se originan esos dolores
físicos?
La
mayoría se originan porque está comprimida la zona. Hay presión, hay tensión,
por una concentración de energía. Así como la sangre en el cuerpo, tiene que
fluir. Hasta cierto punto puedo acompañar identificando las fuentes de tensión,
trabajándolas para que aflojen, pero siempre el compromiso es del paciente.
Toma un rol activo y debe tratar de cambiar algunos esquemas, algunos hábitos,
pueden ser mentales, alimentarios o emocionales, que son los que generan estas
cosas. Son más a largo plazo. Obviamente, un tratamiento más prolongado y con
una frecuencia periódica es mucho más profundo que una sesión suelta o pocas
sesiones porque ahí se puede acompañar desde otro lugar viendo el proceso,
revaluando. La reflexología, como la acupuntura, el reiki, no es una terapia
que trate las cosas rápido. Es una terapia lenta, progresiva, preventiva.
La
empiezo con un momento de charla. Entre 5 y 15 minutos, o más, donde me
interesa saber cómo estuvo esa persona. Si es la primera vez, hablar de la
reflexología, que me cuente por qué viene. Si es una sesión dentro de un
tratamiento, cómo estuvo en la semana, cómo se sintió, si hay alguna parte del
cuerpo que dolió en particular, si hay alguna emoción que fue recurrente. Es un
espacio abierto que me sirve como insumo para orientar el trabajo. Luego viene
la sesión que dura 40 minutos. 20 de cada pie, donde es la parte de
reflexología propiamente dicha. Se trabaja el pie en su totalidad, pero se
focaliza en base a lo que se habló antes y en base a las tensiones que van
apareciendo en el pie. Cuando termina abrimos un intercambio donde le pregunto cómo
se siente, cómo está, cómo sintió la sesión y hago una pequeña devolución de la
lectura. No es un diagnóstico. Observo una serie de signos en el pie y propongo
una posible interpretación.
Para terminar con la
entrevista, lo invito a jugar por un instante con un ping pong de palabras. Le
pido que elija una entre ambas (elige las marcadas en negrita). Que se anime a
completar el porqué de su elección.
Yin / Yang: habla de lo receptivo, de lo pasivo, del color negro. Por una cuestión política como feminista.
Agua / Fuego: en mi piel tengo mucha agua.
India / China: no conozco ninguno de los dos
lugares. La Medicina china me aporta mucho, por mi formación, por lo que sé.
Páncreas / Hígado: porque es el órgano de la
ansiedad y es el que más me afecta.
Aroma / Gusto: me identifica más.
Enya / Loreena McKennitt: me gustaba mucho
en una época de mi vida, en mi secundaria. Me empezaron a interesar muchas
cuestiones filosóficas y espirituales, y la asocio a eso.
Verde / Blanco: por las plantas. Me gusta
mucho el verde vegetal.
Montaña / Mar: me gusta Córdoba.
Sol / Luna: diría sol por una cuestión más
básica de luz solar, pero la luna me gusta más.
Cactus / Rosa: por una afinidad estética.
Sal / Azúcar: igual que páncreas, por la
ansiedad.
Mirada / Sonrisa: pero no sé por qué. No te
podría decir por qué.
Agustín se despide con una
marcada sonrisa, expresión viva de lo que sus manos habían reflejado en mis
pies, en mis nervios, en mi piel, en mi cuerpo. Me quedo pensando en el uso de los conceptos orientales que compartió en una de las conversaciones como los chakrás o los canales de energía, como es el flujo vital de la energía, el chi -aire, aliento, disposición de ánimo-.
En contraste con el profesional calmo que me recibió en su consultorio de la calle Lavalleja, las ansias que adujo se reflejan en él -por eso, su elección de páncreas y de azúcar en el ping pong- lo visten como un apasionado relator de lo que hace, un artesano de la reflexología que se lo puede ubicar en Facebook.com/reflexologiatao donde aparece una tarjeta de presentación de un cuerpo tapado por el sello de dos pies y algunas huellas pisadas que marcan un camino hacia la sanidad del cuerpo y, seguramente, del alma.
dtl
En contraste con el profesional calmo que me recibió en su consultorio de la calle Lavalleja, las ansias que adujo se reflejan en él -por eso, su elección de páncreas y de azúcar en el ping pong- lo visten como un apasionado relator de lo que hace, un artesano de la reflexología que se lo puede ubicar en Facebook.com/reflexologiatao donde aparece una tarjeta de presentación de un cuerpo tapado por el sello de dos pies y algunas huellas pisadas que marcan un camino hacia la sanidad del cuerpo y, seguramente, del alma.
dtl
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