
Hijos de la luz
Desterrados como criminales del vientre de mamá,
del cobijo de papá, los niños no dejaron de llorar,
Fueron sus almas las que guiaron el andar de sus abuelas.
Fueron sus ojos los que abrieron el futuro.
Cansados de esperar se agruparon, los hijos de la memoria...
Anduvieron caminos de desarraigo, forjaron la cruz de los días
que el tiempo borró cuando el blanco de las telas se hizo pelo.
Fueron las manos madres las que sumaron otras al canto.
Fueron sus voces niñas las que cantaron “aquí estoy”.
Peregrinos del dolor, envueltos en la mentira, vieron verdad...
Los pañuelos se multiplicaron, se hicieron luz.
No dejaron de buscar sus escarpines perdidos.
Los sones de la gloria en el viento del encuentro
dieron rostros a esos nietos, dieron llaves para volver.
Caen las hojas, amarillas, y sin embargo vuelven a multiplicarse...
en flores que embellecen vidas,
en vidas que generan sol,
en soles que iluminan almas,
en almas que se hacen voz,
en voces que derriban paredones,
que transforman realidades,
en madres que se hacen hijos
que son abuelas y la ilusión,
en ilusiones que generan esperanzas,
que abren los caminos,
que vuelcan el destino y dicen nunca más...
Caen las hojas amarillas y sin embargo vuelven a multiplicarse.
Una película
una sentencia cayó
y el verdugo lloró
se aquietó el hacha
que destruye pensamientos
un aguijón picó
y el cuerpo alivianó
de nada vale un dedo
machacando el odio.
El último reino
Ahora que los mundos se alejan
y que el tiempo se detiene sin pensar
en el hoy quiero
encontrar el silente lugar
Allí donde el jugo de tu lumbre se hizo sol
y donde las esquirlas cavaron tu tumba
allí donde el cierzo nos dijo que no
y donde ese no al cuadrado se erigió en un sí
Ahora que tus labios se atreven a besar
esas bocas mi boca infinita
siento que puedo pirar
Ahora que los misterios se desvanecen
lloro por lo que es
la hendija
lateral absorbe cada pena
enlutada en el mármol sempiterno
que signa los tiempos de nuestro tiempo
del ya jamás nunca jamás
Ahora que aprendí aprendo
y puedo sonreír
y más te amo...
Suite de los amantes furtivos
A
La cama está vacía,
El vino ya no sangra,
Miro por la ventana tan empañada
Que todas las sombras parecen luz.
Me sobran los motivos
Para esperarte. El tiempo
Que tu quieras lo tendrás.
No nos dejemos arrancar
Este sabroso placer.
B
Andás por las calles mendigando sueños.
Tenés que esconder tu amor en el silencio.
Llevame hasta la frontera de los vientos.
C
Que voz sea cuerpo quiero yo.
Alguien lo desgramó en el muro.
Y fue para siempre.
Debajo del fuego que luce
En tu cuerpo hay agua transparente
Que ilumina tus ojos.
D
Un nuevo día es tanto
Que hace bien
Y que salva.
Perseguiré la luna
En las mañanas frías
Que contagian mi alma
De un fervor sin igual.
Estos poemas fueron publicados en el Nº 1 de "Crepúceo. Vates sin cancel", en septiembre de 2005.
Hijos de la luz fue escrito el 29 de mayo de 2005 y estrenado el 3 de junio de 2005 por la actriz María Ibarreta.
Una película fue firmada como Enrique Liste y rebautizada para su edición en libro como "Una película I".
El último reino y Suite de los amantes furtivos fueron firmadas como Enrique Liste.

(...) Se hizo tarde, el sabor del roce se esfumó, se sentía un tanto fastidiado, salió y anduvo un poco más hacia parque Lezama. ¿Por qué? ¿Para qué? A medida que se alejaba más de su casa lo seducía todo. Pero pensaba que no estaba bien aventurarse tanto. Las luces se cerraban a una imponente luna llena que se presentaba perfecta, seductora, frágil. Miró a lo lejos por la avenida Brasil, tuvo miedo, quiso volver, caminó en dirección al centro de la ciudad de nuevo. Era tarde, pero era temprano para un feriado. Así que decidió andar un poco más callejeando. Iba bastante cansado, bien aliviado y algo bebido. Al hacer unas tres cuadras se le aparecieron dos perros grises de hocicos negros y esculturales que despertaban temor, un macho y una hembra. No hubiera podido describir la raza. Nunca antes la había visto ni la volvió a ver de nuevo. Bastante grandes y fastuosos, temerosos, con caras de querer hacerle algo.
“¡Asesinos en potencia!”. (...)
Fue publicado en el Nº 1 de "Crepúceo. Cuentos breves", en octubre de 2005 y firmado como Enrique Liste.

Los textos del presente Cuadernillo fueron producidos por el Equipo de Prensa y Comunicaciones del CGP 7, bajo la Coordinación de Liliana Denis, asesora de Derechos Humanos del CGP 7, en enero de 2006.

el rojo polvo ya despertó de su letargo
ha sido el tiempo quien conspiró con su amor
derrotado caí entre las faldas de una pobre
mariposa colorada que fue capullo
entre las piernas de mi dolor
caigo muerto en la batalla de la cresta
de la ola que arrasó otros confines y
el dolor partió en un barco sin timón
nada importó más que el arrullo
de tu savia más que el sabor de tu sudor
Tango
Atropellás el mundo en un suspiro
que abre caminos en las nubes,
polvo al viento de un tango marchito que ya espiró.
Forjás un mundo, maquiavelo del amor,
que danza en dos por cuatro, potrancas y sinsabores;
galán de panza en tintos, sin ilusiones
más que la esperanza adolescente a flor de piel.
Un bandoneón enaltece el alma
de los perdidos y perdedores.
Un bandoneón arranca el corazón
distante del que observa sin comprender
razón por la que esquivás al tiempo.
Atropellás al mundo en un giro,
se cierran los caminos y las nubes
se tornan nieve en un tango de furia.
Todo ya fue, no es ni serán torrentes de un amor
que danza en dos por cuatro...
Un bandoneón entristece el alma
de los perdidos y perdedores.
Un bandoneón desangra el corazón
cercano de quién quiere comprender
razones por la que esquivás al tiempo.
La luna sobre Floresta (pájaros)
Me senté frente al cuaderno
y pensé
aquellos pájaros ardientes ya no vuelan...
y los pensé
antes
haciendo vientos en Floresta
enamorando la luna que me enamora a mí.
Los pensé partiendo el no lugar para morir.
Sentí una astilla de bala
raja mi alma
multiplicado me perdí en un opaco espejo
una vez más
cubriendo el horizonte
despertado
de mi luna de humo adormecido
para siempre.
Los pensé
desde mi subterráneo de cristal
que es un poco subterráneo de unos cuantos.
Los pensé en una perfección de las estrellas
despreciando la desolación de la permanencia inerte.
Pensé
no más riachuelos de Demonti,
no más cuyos de Bordón,
pensé
los redondos sin Bulacio,
ardí.
Lloré en los Pochos
rosarios de cada día (lucha),
caí
tiros en Budge,
morí
remates de la estación,
sentí.
No sé cargar con ese peso
no soy María Magdalena
No tengo manos de Fermín.
Vi sus fotos en un retrato difuso
Pensé
niños hoy
instantáneas con dolor,
pensé
Alicia ruinas sobre ruinas
no supiste discernir la cruz del percutor.
Un trinar de pájaros salvajes
pinta una luna de libertad
la misma luna que
nos enamora sobre Floresta
que es perfección eterna.
Pensé
una palabra no es el despertador de los sentidos,
pensé
el amor encontraría su lugar,
un alfiler no puede hacernos tanto daño,
es el amor
no el signo de la gorra.
Detengan todos los relojes.
Quiero cortar el aire
de los pájaros
que se animaron a gritar
Me torno luz
y me hago piel
es un adagio con sabor a luna
pájaros hendiendo el cielo de Floresta.
Pensé
las aves que parten a un no lugar
para morir
y sin embargo viven.
Asepsia fue firmado como Enrique Liste.
Tango fue firmado como Melina e integra la obra teatral inédita "Anhedonia. El amor cambia tu sangre" del autor.
La luna sobre Floresta (pájaros) está dedicada a la memoria de Cristian, Maxi y Adrián.


Los textos que integran el Cuadernillos Cultura en Vacaciones. El Arcón de los Recuerdos fue Coordinado por el Equipo de Prensa y Comunicaciones del CGP 7. La mayoría de los textos fueron escritos por Alberto Bricchetto.

Lamentos silentes (en barcos vacíos)
La noticia corrió por el barrio. Las chusmas siempre se encargan de pasar la voz a cualquier sospecha o sospechoso. Lamentablemente esta vez era cierto. Octavio se había ido para siempre.
Hacía varios meses que venía anunciando su despedida. Nadie acusó recibo. Resultó difícil interpretar los mensajes en clave que les enviaba. Octavio era alegre, divertido, pero era también muy tímido y solitario. Había un abismo entre lo que decía y lo que vivía por dentro. No se caracterizaba por levantar el teléfono y pedir ayuda a sus amigos. Potenciaba su vergüenza, se sentía frágil exponiendo sus rollos, prefería refugiarse en la música de Genesis, la formación de Peter cantando y fumarse un porrito. Sus amigos más cercanos tampoco supieron descifrar sus necesidades. No se atrevieron a encararlo. “Che, ¿qué te pasa?”. Era tan simple como la vida que llevan en una ciudad “podrida, sin oportunidades”, como solían repetirse en cada tertulia de botellas de cerveza compartidas en la esquina donde acostumbraban a sentarse hasta altas horas de la madrugada y no hablar de nada interesante. Eso le molestaba, hablar de nada. (...)
El texto es un fragmento del cuento Lamentos silentes (en barcos vacíos) de próxima aparición en un libro.
Fue publicado en el Nº 2 de "Crepúceo. Cuentos breves", en marzo de 2006 y firmado como Sebastián Scott.
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